domingo, 29 de marzo de 2015

Niebla

     Siento que los días tienen pocas horas y a mi vida le quedan pocos días. Si el viento  se encaprichara es elevarme con su brisa y llevarme tan lejos que mis recuerdos se nublasen y mis pensamientos se esfumasen, no me molestaría. Ya estoy  viviendo con niebla en la cabeza. Niebla fría, gélida que congela mis impulsos y me condena a vagar entre este huracán de pensamientos. Flotando en el vacío, incapaz de descifrar donde es arriba y donde abajo, sin poder moverme, entumecida. Presa de mi cuerpo, del recipiente que habito, aquel cuyo objetivo era permitirme moverme ahora me acorrala. No puedo huir más de mi misma y me aterra enfrentarme a la espesa bruma que aguarda mi regreso. Temo, una vez adentro, no poder salir de su espesura, hundirme lentamente, como quien cae en arena movediza. Sin embargo me absorbe, me resisto pero mientras más  lucho más me traga, siento como mis pulmones se llenan de humo y me ahogo dentro de mi misma; pero en realidad no hay neblina, no hay bruma, no hay nada. Simplemente son una avalancha de pensamientos que presionan mi pecho dejándome sin aire. Intento mover mis brazos, librarme de esa agónica desesperanza pero ni una sola articulación de mi cuerpo responde mis comandos desesperados porque saben que no lograran nada. Da igual si lo intentan o no, la ausencia de aire no existe, no es un dolor físico, real. No se puede solucionar de forma sensata, es más que eso. Soy la única que pude impedir que el dolor siga torturándome, estoy suficientemente cuerda para reconocerlo. Sí, soy la única y lo sé,  sin embargo me desafío a pensar si soy capaz de vivir con ese ardor eternamente, porque no creo lograr eliminarlo. 





lunes, 15 de septiembre de 2014

Estereotipos

"La manía de tener que dividirnos más y más y más, hasta que nos demos cuenta de que somos todos igual." Árbol, No me etiquetes, (2009).

Estereotipos, estereotipos, estereotipos. Estoy cansada. Nos dicen como tenemos que actuar, como nos tenemos que ver, como tenemos que hablar, que tenemos que decir. NOS CONDICIONAN.
Hacemos de cuenta que no nos importan y no les prestamos atención, pero esos benditos estereotipos están grabados en nuestro cerebro con tinta permanente. En lugar de pensar en que queremos ser, buscamos cambiar para no parecernos a los estereotipos que odiamos. Etiquetamos a las personas constantemente pero nos persigue el hecho de que nos puedan etiquetar a nosotros.
Estoy cansada de ver como se define a la gente por su forma de vestir, de maquillarse o de hablar. Se cree que con una simple mirada ya se conocen las intenciones de alguien pero no,  los humanos somos mucho más complejos.  Basta de etiquetas superficiales que no sirven para nada más que para catalogarnos en grupos ridículos.
A los niños se les enseña cómo deben ser basándose en estereotipos machistas. Se moldea su personalidad usado como herramienta  la culpa, la vergüenza, la aprensión. ¿Por qué un hombre no puede llorar? ¿Por qué hacer las cosas como “una nena” esta mal? Ridiculizamos a las niñas y restringimos los sentimientos de los niños.
Me molesta ser así, pensar en que piensa el otro, la otra, los otros. Si nos quejamos tanto de la sociedad cambiemosla. Nosotros somos la sociedad.
No se define a una persona por la música que escucha o por la ropa que usa, ni siquiera se debe definir a una persona por su forma de amar, hay cosas más importantes. Somos lo que pensamos y sentimos, no lo que se ve por fuera.




miércoles, 3 de septiembre de 2014

Sentir

“No podía imaginar peor situación. Arrancarse una espina para poder sobrevivir y después darse cuenta que ciertamente sin la espina ya no se siente el dolor, pero tampoco se siente el corazón.” Jorge Bucay, Un cuento triste no tan triste, (2014).

Somos tóxicos, tenemos una naturaleza toxica. Se nos hace tan fácil causar daño y tan difícil evitarlo, aun si no queremos hacerlo lo causamos y nos lo causamos también a nosotros mismos.
¿Cómo evitar el hecho de causar dolor, si de dolor estamos hechos? Puedo decir con certeza que al crecer lo que más se aprende es a vivir con ese dolor, acostumbrándonos a tenerlo hasta que ya no pesa. Pero es solo una ilusión, porque el dolor puede ser liviano al principio pero el tiempo que lo cargamos lo hace cada vez más pesado, tan insoportable que suprimimos ese dolor y, como consecuencia, la capacidad de sentir. El dolor nos intoxica y nos vuelve radioactivos poniendo en peligro a los demás.
Es tan fácil causar dolor y tan difícil reparar el daño. ¿Qué se puede hacer en una situación en la que hagamos lo que hagamos dañamos a alguien y, por lo tanto, a nosotros mismos? Si elijo sentir sufro y si elijo no sentir muero. Morir es fácil, dejamos de ser, de hacer y de sentir. Vivir es complicado, porque uno vive cuando siente y si no queremos sentir demasiado no queremos vivir demasiado, pero no quiero equivocar lo que siento y perjudicar a aquel que siente conmigo.
No quiero enterarme que no sentimos lo mismo, que el otro siente más y que yo siento menos. O que yo siento distinto. Porque las emociones son tan profundas que abrazan cada parte de nuestro cuerpo, y son tan frágiles que una palabra, un gesto o una mirada pueden destruirlas y quitarle el sostén a nuestra vida. Ese sostén que nos convierte en humanos, porque sentir es bueno, pero sentir demasiado no tanto.
Sentir lo que sufre el otro y olvidarme lo que siento yo no me sirve. No me preocupa arriesgar mis sentimientos, me preocupa arriesgar los del otro. Tirarme al vacío ciegamente con alguien y salir ilesa del abismo, pero que el otro sea el dañado y encima por mi culpa, no podría soportarlo.
La clave es el equilibrio pero es cuesta encontrarlo. Para hacerlo necesitamos saber qué es lo que sentimos, cuáles son nuestras emociones…pero no lo sabemos. Se nos hace tan complejo descifrarnos a nosotros mismos que buscamos a alguien que haga el trabajo por nosotros, que nos sacuda tanto y tan sorpresivamente que intensifique nuestras emociones y se nos haga clara y certera la decisión a tomar. Que nos quite el miedo a ese salto al vacío. Y que esa persona salte con nosotros pero no para caer, sino para volar.

Pero hay que recordar que el dolor que habita en nosotros pesa, y que para elevarnos debemos aprender a dejarlo ir.

lunes, 1 de septiembre de 2014

No Llora - Cuarteto de Nos

Cuando la nena quiera caminar, se eche a andar,
Y se caiga al tropezar, se tiene que levantar porque así mejora,
La nena sigue avanzando, la nena no llora.
Cuando en el jardín otro chiquilín le saque un juguete,
La empuje, le tire del pelo y la apriete,
Y ella no interprete esa actitud invasora,
La nena se defiende la nena no llora
Cuando se rían de ella por no actuar igual que otra gente,
Por pensar diferente y ser abierta de mente,
Y ellos desprecien lo que ella valora.
La nena los ignora la nena no llora
No sé si irán al viento estas palabras,
Pero yo he escuchado al viento hablar.
Cuando no tenga a nadie cerca y el dolor no la deje pensar.
Y si no están mis ojos para buscar respuestas, no llora
Cuando se equivoque, cuando con sus limitaciones
se choque, y la sofoquen,
Ella asume los errores y se incorpora,
La nena de eso aprende la nena no llora
Cuando por amor le duela el corazón
Y una tentación le nuble la razón,
Y descubra que no existe una persona salvadora,
La nena se hace fuerte, la nena no llora
Cuando se desmorone
Cuando la mejor amiga la traicione, y se decepcione,
Y sienta que una parte de su alma se evapora,
La nena sabrá si perdona, la nena no llora
No sé si irán al viento estas palabras,
Pero yo he escuchado al viento hablar
Cuando no tenga a nadie cerca y el dolor no la deje pensar
Y si no están mis ojos para buscar respuestas, no llora
Cuando le propongan algo irregular,
Cuando alguien con ella se quiera propasar,
Ella no renuncia a los principios que atesora.
La nena no se calla ni la nena llora
Cuando sienta que no tiene fuerza, que se muere,
Que nada tiene sentido, y que nadie la quiere,
La nena piensa en papá cantándole el no llora,
La nena no se rinde, ni la nena llora
No sé si irán estas palabras el viento,
Pero yo he escuchado al viento hablar
Cuando no tenga a nadie cerca y el dolor no la deje pensar
Y si no están mis ojos para buscar respuestas, no llora




jueves, 21 de agosto de 2014

“Carta de Despedida”

   Me es difícil escribir esta carta, pero debo hacerlo. Al principio creí que era algo pasajero, una molestia que solo duraría unos días, pero me equivoqué. Me siento enfermo, y me queda poco tiempo de vida.
La raíz de esta enfermedad fue identificada hace mucho tiempo, es una extraña bacteria que en su momento creí que era inofensiva. Al parecer me confié demasiado.
Con el pasar de los años se fue extendiendo gradualmente hasta ocupar casi todo mi interior. Pero los síntomas no comenzaron hasta mucho tiempo después. Comencé a sentir falta de oxígeno, mis pulmones ardían. Sentía fiebre constantemente y cuando no pude soportar más decidí hacer algo. A esa altura había una posibilidad de curarme y yo deposite todas mis esperanzas en el tratamiento. Este consistía en transformar a la bacteria para que sea inofensiva, porque con los avances que había hecho era imposible exterminarla sin generarme más daño a mí.
Desgraciadamente solo unas pocas reaccionaron al tratamiento, y el resto evolucionaron, convirtiéndose en todavía más nocivas. Dañaron mi sistema inmunológico y esto me generó grabes quemaduras, resequedad, grietas. Me fui deshidratando poco a poco, solo me quedaba una opción; debía exterminarlas.
Lo intenté durante un tiempo, pero se ve que el remedio era peor que la enfermedad. Mientras más agresivo el tratamiento, mas agresiva se volvía la bacteria y más daño me hacía. Debo hacer buen uso de este tiempo que me queda, así que decidí escribir esta carta para prevenir a cualquier otro que pueda estar afectado por la misma batería. Se llaman humanos y si los tienen procedan al tratamiento agresivo.

Atte. El Planeta Tierra


martes, 12 de agosto de 2014

Autonecrología VI

El mediodia en la calle, atropellando ángeles,
 violento, desgarbado; 
gentes envenenadas lentamente 
por el trabajo, el aire, los motores; 
árboles empeñados en recoger su sombra, 
ríos domesticados, panteones y jardines 
transmitiendo programas musicales. 
¿Cuál hormiga soy yo de estas que piso? 
¿qué palabras en vuelo me levantan?
«Lo mejor de la escuela es el recreo», 
dice Judit, y pienso: 
¿cuándo la vida me dará un recreo? 
¡Carajo! Estoy cansado. Necesito 
morirme siquiera una semana.

Jaime Sabines


La Chica con su Miedo

La chica sin su capa
Se quema con el viento
Le hiela tanto el alma
Le congela los huesos

La chica sin su mapa
No encuentra su camino
Siente desasosiego
Perdió su recorrido

La chica al descubierto
Se siente acorralada
Imagina murmullos,
Rumores y miradas

La chica con su miedo
Se ahoga desde adentro
La ahogan las palabras
También los sentimientos

Aquello que no dijo
Sus arrepentimientos
La ahogan ya muy rápido
Y la ahogan tan lento…